martes, 8 de junio de 2010

AGUA

Soy agua. Agua que fluye sin caudal, agua que penetra en tierra estéril con la vana esperanza de que dé fruto. Agua que se cuela entre las rocas buscando una salida. Soy esa agua salada que brota de mis propios ojos y rueda por mis mejillas en forma de silenciosas lágrimas, derramando tristezas. Agua…

Soy agua. Agua de tortura china que, gota a gota, golpea incesante tu frente hasta anular tu razón, agua que se cuela por las rendijas de tu alma y asola todo cuanto encuentra a su paso y deja al descubierto las capas más profundas, la desnudez de tu reflejo más profundo, la mirada más precaria. Agua…

Soy agua. Agua de tormenta que cae en diez minutos, descargando litros y litros por metro cuadrado, agua que trae el olor a tierra mojada media hora antes de caer avisando así para que todo el mundo se cobije. Agua que inunda calles y despierta los instintos primitivos provocando danzas de la lluvia. Agua…

Soy agua. Agua en un porcentaje elevado de mi fisonomía. Agua que se me escapa por los poros evaporándose al instante. Agua, al fin y al cabo. Sólo agua…

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