Me desperezo con fastidio, sintiendo aún el calor de las sábanas mientras soy perfectamente consciente de que una parte de mi piel se vuelve a acurrucar a tu lado. Se me helará el cuerpo sin sentirte durante el resto del día. Se me pararán los sentidos durante unas horas, hasta que tu olor se vuelva apenas perceptible y yo pueda concentrarme en mi trabajo.
Verteré el café recién hecho sobre el vaso metódicamente preparado la noche anterior y lo beberé pausadamente en tanto espero inventarme el momento preciso para entrar de nuevo en la habitación y llenar de suaves besos tu piel antes de marchar. Sonrío al sentir cómo el primer sorbo me despeja del cincuenta por ciento del sueño que habita en mí.
Lunes… y por la tarde domingo. Y mañana otra vez lunes.
Y así constantemente hasta llegar de nuevo al viernes y yo pueda disfrutar dos días y medio de ti…
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